![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg2j1UHTe0c-DOFtEWQxhmeR_aPDAC8P6kyyozJpGhAwtG81b4bOXOifPqmDVaudTf5ktBOrxRYmt7M2ZpWmfkDF0qSek57u1DYNxqsnxStlmiYknY_J0EB6YwgCHUgljYIjI7l5O3l_Nc/s320/IMG-20191114-WA0018.jpg) |
Niños y niñas de Infantil de 5 años con Brujilda.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEheNgPoL384YZ9H1oZDg76KiKQcfIvUSnahH9q5pUaibMZGR9naf2sxoSx-_y4pvgLHJhhw8dFg2AjyeycN_uf_27mVBkqza2zgfRfB0PSw_6Ai3BlgBcWunNlswSgK7NT2ZF7M9A_uXQ0/s320/IMG-20191115-WA0018.jpg) |
Niñas y niños de 4 años. |
|
Los niños del aula específica jugaron con Brujilda.
LA MISTERIOSA APARICIÓN
Se
acercaba el mes de noviembre y Brujilda estaba organizando todo lo
necesario para iniciar su viaje anual al colegio Poetas Andaluces.
Como cada curso preparaba con mucho cariño todas las maletas que iba
a llevar al colegio, una para cada clase. Las contaba una y otra vez.
Ponía dentro los libros y los retos para que los niños y niñas en
sus casas disfrutaran junto a sus familias.
Y
es que a Brujilda le encantaba leer. En una esquina de su casa tenía
una enorme estantería en la que guardaba todos sus libros. Había
libros de poesía, de aventuras, de cocina, de animales...pero sobre
todo libros de brujas y brujos y por supuesto libros de conjuros.
Algunos eran muy antiguos, habían pertenecido a su abuela, la bruja
Anacleta. Brujilda los leía una y otra vez. Cuando cogía uno de
esos maravillosos libros, su imaginación volaba y vivía
apasionantes aventuras con ellos.
Como
os decía, llegó la mañana del 14 de noviembre. Ese día Brujilda
se levantó muy temprano porque quería llegar al colegio justo
cuando los niños y niñas estuvieran ya en sus clases y así darles
a todos y a todas una sorpresa con su visita. Colgó todas las
maletas en su limpia y reluciente escoba , se puso su sombrero y ¡a
volar!
El
día amaneció espléndido. El sol lucía en lo alto, así que el
viaje hasta el colegio fue rápido y agradable. A Brujilda siempre le
pasaba lo mismo cuando veía a lo lejos la silueta del colegio,
sentía una gran emoción porque ya conocía a muchos niños y niñas,
a Carlos, a Jose, a María, a Jesús, a Martín.. eran tantos. Tan
ensimismada iba pensando en los niños y niñas cuando de repente su
capa azul se enganchó en uno de los árboles del patio de recreo del
colegio. La escoba empezó a moverse y como llevaba mucho peso con
las maletas...¡zas! Brujilda cayó al suelo. ¡Menudo golpe! Lo que
más le dolía era la cabeza y se dio cuenta de que un enorme chichón
estaba empezando a crecer en ella.
Cuando
por fín pudo sentarse, notó que no llevaba puesto su sombrero.
¿Dónde estaba? Miro en lo alto del árbol. ¡Allí no estaba!.
Tampoco estaba su escoba, ni sus gafas y lo que era peor.¡Todas las
maletas habían desaparecido!
Brujilda
no se podía creer lo que le estaba ocurriendo. Con las manos en la
cara lloró y lloró bajo el árbol. ¿Cómo iba a ir ahora a visitar
a los niños y niñas y decirles que había perdido las maletas?
Estuvo mucho tiempo pensando qué hacer pero no se le ocurría nada.
Tan triste y pensativa estaba que no se dio cuenta de que se acercaba
a ella Carmen, una de las maestras del colegio.
-¿Quién
eres? ¿Qué te pasa? -le preguntó.
Cuando
Brujilda quiso empezar a hablar, no le salían las palabras. ¡Se
había quedado afónica!. Menos mal que la profesora enseguida la
reconoció.
-Tú...
¡tú eres Brujilda! -de dijo muy sorprendida.
De
su garganta sólo salía un hilillo de voz. Al oído, muy flojito, le
explicó todo lo ocurrido.
La
profesora escuchó con mucha atención y le dijo:
-¡No
te preocupes Brujilda!¡No llores más! Yo te acompañaré a visitar
a los niños y niñas a las clases y les explicaremos lo que ha
sucedido. ¡Lo entenderán!
Mientras
todo esto ocurría en el patio de recreo, en todas las clases los
niños y niñas habían comenzado su trabajo diario. De repente, en
todas las clases, escucharon unos fuertes golpes en las puertas.
El
primero en abrir la puerta fue Jose, un niño de la clase de
infantil. Se asomó y allí no había nadie. Cuando iba a cerrar de
nuevo la puerta ¡sorpresa! vio que en el suelo había algo. Nervioso
y un poco asustado llamó a su maestra.
-¡Seño, seño..! Mira qué hay ahí
-gritó.
La
maestra se acercó a Jose y miró hacia donde le indicaba. En el
suelo había un sombrero, una escoba y una maleta. Recogió todo y se
lo enseñó a todos los niños y niñas de la clase.
-Seño..¿eso qué es? -preguntó
Antonio.
-¿Quién lo ha dejado ahí? - quiso
saber Ana.
-Seño... ¡es la maleta mágica!
-gritaron a la vez Rosa y Clara.
Dejaron
todo en el suelo. Los niños y niñas intrigados y nerviosos se
sentaron alrededor de su maestra para continuar con su tarea. De
repente María vio que la puerta estaba abierta y alguien se asomaba.
-¡Hay alguien en la puerta! -gritó.
Todos
dirigieron sus miradas hacia dónde María les indicaba.¡Cierto!
Alguien se asomaba pero rápidamente se escondía de nuevo. Los niños
y niñas gritaron:
-¡Es una bruja!¡Es una bruja!
La
maestra le dijo que entrara, Carmen iba con ella. Muy triste y
dolorida aún después del golpe, Brujilda les contó lo que le
había sucedido. Todos escuchaban con mucha atención. Cuando
terminó, Luisa una niña de la clase, le enseñó a la bruja lo que
habían encontrado en la puerta.
-¿Son
estas tus cosas? - le preguntó.
La
cara de Brujilda cambió. Ahora sonreía. Había encontrado su
sombrero, su escoba y la maleta mágica que con tanta ilusión había
preparado para los niños y niñas.
-¿Y mis gafas?¿No habéis encontrado mis gafas? -preguntó Brujilda.
Y
es que Brujilda necesitaba sus gafas, sin ellas no podía leer, ni
volar. Nadie había visto sus gafas. Los niños y niñas le dijeron
que no se preocupara. Todos juntos a la hora del recreo iban a ir a
buscarlas.
¿Cómo
llegaron a la puerta de la clase el sombrero, la escoba y la maleta?
Nadie lo sabe y es que cuando hay una bruja todo es posible...
Por
cierto, Brujilda ya puede seguir leyendo y viajando. Los niños y
niñas encontraron sus gafas. Estaban en lo alto del árbol donde se
había enganchado su capa.